La verdad es que la presencia de los pinares cerca del mar siempre ha sido un respiro para las parejitas; vamos, que lo tenáin como picadero para follar a salvo de ojos voyeur. Pero lo normal era encontrar a jovencitas calientes, y no a maduras peludas que habían seducido a chicos veinteañeros. Aunque claro, las abuelas han evolucionado en los últimos tiempos, nada que ver con esas viejas aburridas, llenas de arrugas y trapos negros. Las señoras mayores de ahora tienen el sexo como su mayor afición; así que no te extrañe que esta buenorra cincuentona se haya ido a ligar entre los árboles a la orilla del mar. Y que, además, se haya conseguido un churri para follar.