Orgía de negros con dos mujeres maduras
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Esta debe ser una de esas formas de agasajar del Lejano Oriente: obsequiar a los empresarios que harán negocios contigo con unas putas caras antes del trato. Claro que en un principio los agasajados no andaban muy contentos: esperaban jovencitas desnuda y se encontraron con maduritas vestidas con kimonos. ¿Valdría la pena el cambio?
Pues parece que al final fue un todo un triunfo. Las cerdas maduras estaban entrenadas al estilo de las antiguas geishas, o sea, expertas en dar placer a los hombres. Y sus coños peludos claramente estaban pidiendo guerra, pues se pusieron mojados al mínimo toque, y las pollas pulsaban por entrar.