Tío, ya estaba harto de dar con tías que no querían ni oír hablar del sexo anal, como si tuvieran un ojete de oro y fuera su tesoro más preciado. Leches, no todo es follar coños, me gusta variar de vez en cuando, y siempre encuentro zorras demasiado tradicionales. Pero todo fue cambiar el chip y también el centro de mi atención, y triunfé descaradamente. Que sí, que tirarme a una sesentona no era lo que había soñado ni de lejos, pero ¡menudo coño caliente que tenía la señora! Y por supuesto, no puso ninguna objeción a que le follara el culo, disfrutamos como dos enanos.