Rubias divorciadas montan un cuarteto interracial
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No me podía creer lo que me habían hecho los cabrones de mis amigos para mi despedida de soltero: ¡me habían pillado una puta! Bueno, dijo, será un homenaje antes de serle fiel a mi prometida tras el matrimonio. Esperaba una tía buena, de las que saben lo que se hacen y experimentada; y sí que lo era, ¡gracias a sus más de cincuenta años! La tía era una vieja gorda que de entrada me cayó mal; y está claro que no se debe juzgar a las personas por su aspecto. Con su comida de polla me fue ganando poco a poco; pero meterme en su coño gordo y maduro fue verdaderamente la hostia.