La veterana secretaria sabe de buena tinta que su jefe se tira a todas las ayudantes de la sección… a todas, menos a ella, claro está. Le lleva al menos 20 años, había sido la asistente de su padre antes, y él la heredó con el puesto. Así las cosas, ha llegado su último día de trabajo, porque estaba a punto de ser una jubilada. ¿Se iría a casa sin probar la prodigiosa polla negra del jefazo? Para nada, así que fue a ponérsele en bandeja o, más bien, sobre la mesa de juntas. Su viejo coño nunca había sido mejor follado, era mejor que un abultado cheque.