Casada se va a la playa a buscar un amante
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Jo, qué vistas que tuvo del culazo de su vecina cuando entró sin llamar en su casa para pedir azúcar. La vieja estaba de cotilla asomada a la ventana, con todo el trasero empinado. Y él no se lo pensó ni un momento en ponerla a cuatro patas, hincar su cabeza en el suelo, y meterle todo el pollazo en el culo. La muy guarra gemía desatada porque eso petada por detrás le estaba encantando, y casi ni sabía quién coño era. Pero a la muy puta poco le importaba, porque lo único que quería era sentir su ojete hasta arriba del semen de su corrida.