Inglesas maduras, gordas y peludas
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Pedazo de paja se hizo la vieja así como el que no quiere la cosa. No hizo falta que le metieran una polla ni tampoco chuparla para que se pusiera más caliente que en infierno. Tan solo con el olor de la verga de este tío tuvo suficiente porque el cabrón la llevó el extremo poniéndose a un centímetro de la nariz y de la boca. Vas a ver la progresión de excitación que tuvo la mujer desde cero hasta que acabó con la boca y los ojos abiertos como platos mientras se corría, temblando y con las manos chorreando de flujo.