Cuánto tiempo sin chupar una buena polla…
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A los pocos días de haber firmado los papeles del divorcio, esta cincuentona fue corriendo a hacerse unos piercings bien chulos y eróticos en pezones y clítoris. Su marido nunca había consentido que se los pusiera, y esto fue algo así como un acto de rebeldía, aunque no tenía intención de usarlos sólo por estética. Porque ahí venía la segunda parte de su plan de rebeldía, que consistía es procurar que sus nuevas adquisiciones le dieran el máximo placer posible. Y claro, eso sólo podría ser de una manera: follando con jovencitos.
Que ya estaba muy harta del sexo con maduros, su ex marido le había dado bastante de eso durante muchos años. Ahora quería una polla dura yjoven que la follara como nunca, y que estuviera encantado con sus complementos, rozándolos y saboreándolos mientras la empalaba a lo bestia.