Conduciendo y follando a los sesenta años
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Cuando esta treinteañera entra por la puerta de un club o una discoteca, todas las jovencitas se echan a temblar. Y es que a su lado no tienen nada que hacer, es toda una devora hombres, y los tíos hacen cola ante ella para ser sus parejas. Y ella se aprovecha, cada noche se lleva a un maromo distinto a la cama, disfrutando a tope del sexo gratis sin compromiso. Y es que es casi un pecado tener más de treinta años y estar tan maciza como la rubia cachonda. Dicen que se mantiene así gracias a su intensa vida sexual, y puestos así, esto se convierte en un círculo vicioso, nunca mejor dicho…