Una canita al aire con el hijo de su hermano
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Puede que ya hayan pasado sus años mozos y que haya ganado peso con la madurez, pero esta tía sabe disfrutar de las cosas buenas de la vida. Ha llevado un matrimonio tradicional, aburrido y casi claustrofóbico; por eso, nada más convertirse en una divorciada, ha ido a pagar por sexo. Contratar a un prostituto hubiera sido impensable hace unos años, aunque sabe dios que andaba muy necesitada de buen sexo. Ahora se va a gastar la pensión de su marido en follar en condiciones. Y a este puto seguro que no le importan su coño peludo, sus michelines ni sus carnes flácidas.